La Champions League ha mostrado las vergüenzas de los
“dos mejores equipos del mundo”. Ha exaltado multitud de carencias, multitud de
errores en la planificación, la organización, y el trabajo colectivo del Real
Madrid y FC Barcelona. Ha pasado un año y parece que han pasado siglos para
estos equipos que practicaban un fútbol de otro nivel, diferentes los dos, pero
de otro nivel. Hoy no son ni la sombra de lo que hace un año eran, y no se
trata de aprovechar el curso del rio y sumarse a la crítica fácil, se trata de
ser objetivos, de ser sensatos y poco vehementes. Los alemanes han manifestado
que el fútbol no recuerda las excelencias, solo recuerda que en este deporte la
ambición, las ganas de ganar, el colectivo y el trabajo a destajo marcan las
diferencias.
FC
BARCELONA
El desgaste, la rutina, la comodidad, la superioridad sin
exigencias, la reiteración, la falta de competitividad en la plantilla, la
incapacidad en la gestión de los recursos… Todo esto ha hecho sucumbir el
fútbol deslumbrante del Barça. No, no nos equivoquemos con el toque y la
posesión, es un cruel engaño sino viene acompañado de intensidad, movilidad ni
velocidad. Solo el toque no gana partidos, es un estilo fantástico pero
depende, como todos los estilos, de pensar rápido, de ser certeros, precisos en
el toque, de minimizar esfuerzos y hacerlo con inteligencia, de pensar la
jugada antes de que se produzca. Sin esto el juego se torna previsible,
constante, lento y aburrido, ganar sin esos detalles se vuelve complicado, se
atascan las victorias. Nadie gana dando pases en campo propio y caminando, una
vez se puede, dos quizás, pero cuando se presenta un equipo que te exige, la
victoria no es más que una quimera.
Cuentan que la defensa flojea, que hay muchas bajas
dicen. Lo cierto es que hace un año hablábamos de Puyol en contadas y aisladas
ocasiones, o incluso solo de sus goles en los saques de esquina. Hablábamos de
un Piqué comparable a todo un Franz Beckenbauer en la salida de balón, no mencionábamos
nada de aspectos defensivos, de eso se encargaban los Pedro, Villa, e incluso
Messi. El entramado defensivo y la presión del Barça comenzaban desde arriba,
las acciones defensivas de los Piqué, Puyol, Abidal eran nulas, no participaban
en ellas. Ayer Boateng, Lahm o Álaba casi ni incidieron en el aspecto defensivo
de su equipo, Neuer ni la tocó. Robben, Ribery, Mario Gómez o Müller apretaban
y corrían como posesos porque sabían que esto del fútbol es un deporte de “equipo”,
donde ser generoso en los esfuerzos marca la diferencia, y que independientemente
de quién marque los goles – las individualidades solo sirven para vender camisetas,
no para levantar trofeos – lo importante es la victoria colectiva.
El Barça debe destruir ciertas comodidades, ciertos
roles, mejorar la competencia interna, asumir que para competir y tener éxito es
necesario una contar con una “plantilla”, no solo con un “equipo titular”. Recordaremos
siempre a este Barça, siempre quedará su fútbol en nuestras retinas, pero no
asumir la pérdida de estos valores es mantener una venda que tapa la verdadera
esencia del fútbol que deslumbró al mundo. Nada por desgracia es eterno y este
Barça debe reciclarse, para empezar a hacerlo que mejor que un tratamiento de
choque.
REAL
MADRID CF
Hace tan solo un año el Real Madrid derrochaba verticalidad,
rapidez, desparpajo. Eran eléctricos, certeros, veloces en las transiciones,
derrochaban ambición; eran completamente demoledores. Ésta temporada el Madrid ha
sido insulso, solo ha deslumbrado en un par de ocasiones, casi todas
relacionadas en encuentros contra el Barça, donde ha manifestado una intensidad
fabulosa, le ha puesto garra, coraje, corazón y un plan táctico excepcional,
todo lo contrario de lo que ha mostrado esta noche en el Signal Iduna Park. Hoy
el Real Madrid no ha sido nada, el Dortmund – un fabuloso espejo para mirarse –
se los ha comido precisamente con esas mismas armas. Esas armas y un trabajo
colectivo impoluto, una generosidad en los esfuerzos estratosférica, y un nivel
técnico y táctico superlativo.
Mourinho no imprimió al equipo la importancia de este
encuentro, no lo hizo y a sus futbolistas se los comió la soberbia. El Madrid
jugó a ser Goliat y se vio desde el minuto uno mirando hacia arriba, porque los
ojos de su oponente estaban altos, muy altos. El Dortmund les disfrazó de David,
les superó en todas las facetas y no fueron capaces de comprenderlo ni cuando
Hummels les regalo un empate que nunca merecieron. En las estadísticas de
espacio recorrido Götze, Reus, Gündogan y Bender fueron los que más kilómetros hicieron,
después aparecía un Alonso que nunca estuvo en el partido, ni para crear, ni
para asociarse – nunca se lo permitieron – pero tampoco para posicionarse en el
lugar adecuado en las constantes transiciones defensivas que les obligaban a
realizar los de Klopp. Los cuatro jugadores encargados del plano ofensivo del
Dortmund corrieron más que todo un Real Madrid, fueron generosos y se vaciaron
en los esfuerzos por el colectivo, porque lo importante en este deporte es el éxito
del “equipo”, cosa que el Real Madrid lleva toda la temporada sin ser.
El Real Madrid solo se ha mostrado ante el Barça como un “equipo”,
de resto la sensación es que el sostén del Madrid ha sido Cristiano Ronaldo,
que dejo de ser un genial jugador, para convertirse en un futbolista estratosférico.
El problema es que el equipo no acompaña, la elaboración en los partidos clave es
inexistente, las combinaciones carecen de velocidad, y encontramos que un
Madrid sin espacios es un equipo nulo, que se pierde en la “paradoja” de tener
la pelota. Solo son netamente superiores cuando existen los espacios a las
espaldas, cuando la probabilidad de correr con la pelota aumenta, y las transiciones
ofensivas – más individuales que colectivas – son posibles.
El Madrid de hoy vive del error, de la pérdida del rival
y de la combinación de superioridad técnica con la excelencia física para
arrancar en una contra salvaje que desplume al rival. Si no hay espacios para
correr, sino existe la posibilidad de la arrancada y enfrente se encuentra un
rival que te ahoga y te limita tanto en el plano físico como en el técnico, el
equipo termina agotado y sin ideas. Y así, sin ideas se encuentra un Real
Madrid en donde presente y futuro dependen de una reunión.
Alfredo León
Twitter: @fefifredo
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