jueves, 19 de junio de 2014

"Aprendamos la lección".

Había una vez una época en la que "éxito" no estaba en el diccionario de la Selección Española. Hubo un tiempo en el que una afición reía, reía a sabiendas de que algún lazo del destino nos volvería a tumbar. Reían con desinterés, con desazón, incluso con alevosía. Existió un momento en el que la infame prensa deportiva permanecía aferrada al ancla del barco para, según evolucionase el panorama, decidir si subir a bordo, o abandonar a nado lo más rápido posible. 


Cierto es que hubo una época en la que un seleccionador se enfrentó a todos: entorno, prensa deportiva, federación, incluso a los egos de las superestrellas, y con ello se enfrentó a gran parte de la afición. Sólo un loco podría tener los cataplines tan duros y desmesurados para efectuar tal demencia, Don Luis Aragonés. Las consecuencias fueron duras, dos años de persecución mediática, dos años de críticas, de desplantes, e incluso de insultos por parte de todos aquellos imbéciles. Mientras "la calle" voceaba sin ánimo de intentar observar por detrás de la valla, Luis creaba un grupo con importantes premisas, basado en esfuerzo, sacrificio, meritocracia y sobre todo relevo generacional. Y entonces fue cuando creo un "equipo" con una calidad sensacional, pero sobre todo con una idea y una actitud fabulosa. A partir de ahí se vieron inmersos casi que en un periodo bélico; "ellos contra todos". Contra todos y con, presumiblemente, pocas armas, por lo menos ninguneadas hasta ese momento. ¡¡Y fueron campeones de Europa!! 

Fue entonces cuando siempre creímos, cuando siempre habíamos sabido que seríamos Campeones. Sí, por supuesto, no habéis leído mal "SERÍAMOS" campeones. Todos comenzamos a atribuirnos aquel éxito, todos nos sentíamos artífices de él. Como sí ondear nuestras banderas o pintarnos la cara de rojo y amarillo ya nos hubiese otorgado, de ante mano, algún que otro gol. Como sí fuésemos los únicos en el Mundo que se atavían con el merchandising de su selección, y los únicos que salen a la calle para gritarle a una pantalla gigante mientras te aprisionan los demás hinchas. Fue a partir de ahí cuando afición y prensa se fundieron con la selección, fruto de un acto de ventajismo escandaloso. Con aquello todos enloquecimos, pero ninguno aprendió la lección.


Aragonés consiguió su objetivo, "si no hago un equipo campeón con estos futbolistas soy una mierda de entrenador" dijo. Lo hizo, lo hizo y se marchó. Se marchó superado, asqueado de una prensa que lo machacaba permanentemente. Y nadie dijo una palabra alta, nadie protestó, le dejaron zarpar. Su sustituto fue nombrado por todos con excesiva alegría. Prensa, afición. federación, todos parecían extrañamente satisfechos por el cambio. Precisamente por eso le colocaron ahí. Era alguien que no levantaba la voz, que asentía, que hablaba pausado, sosegado, que no suponía un estorbo, que no se enfrentaría con nadie. Alguien sin demasiadas ideas propias, pacifista, aglutinador. Continuista.

Del Bosque se subió a un barco en marcha y siguió navegando. No cambio el rumbo, (hacerlo hubiese sido de necios), ni siquiera varió la marcha. Todo avanti que el motor ya estaba lo suficientemente lubricado para ganar el Mundial. Entonces la hipérbole ya fue de traca. "El éxito es de estos fantásticos futbolistas, los mejores del Mundo, Aragonés solo les empujó, pero el mérito no era de ese abuelo gruñón, era de los jugadores, del mejor equipo de la historia del fútbol...etc."

En ese huracán de euforia se desperdició todo, se olvidaron las formas, las maneras, los argumentos. En esa vorágine de felicidad nos olvidamos de como se comenzó a ganar, de como se consiguieron las cosas. Toda España comenzó a recrearse en el éxito, como si encontrásemos oro, nos lo fundiésemos en tres días y después nada.. lo tuvimos y agradecidos, no nos olvidaremos de ese momento, ¡que nos quiten lo bailao!

Ese es el verdadero nivel que tenemos, una afición inculta e ignorante, una prensa miserable e indigna. Una afición que se preocupa por prestarle atención a unos medios de comunicación deportiva que nos bombardean con los peinados de los futbolistas, el color de sus botas, las barbacoas de sus casas, sus novias, sus coches, o sus anuncios.. En lugar del juego, los sistemas, la táctica, las transiciones defensivas, ¿a quién cojones le importa eso?. Son la basura del periodismo para la basura de la audiencia.


Ante la magnitud de tal fracaso, de tal debacle como la actual.. ya no hay solución alguna. No la hay porque un aficionado nutrido de absoluta necedad durante mas de cinco años, no es capaz de encontrarla. Y ese régimen perpetrado para satisfacer su ignorancia no va a ser capaz de desmontarse para ofrecérsela. Por eso no hacemos más que escuchar eso de: "que poca memoria tenemos", "agradecidos a estos futbolistas", "siempre seréis los mejores", "gracias por tanto", "ahora es el momento de apoyar", "no es tiempo de críticas, sólo de agradecimientos", "estamos con ellos"... Consuelos y mimos para los niños. Esta es la única fórmula de la prensa deportiva Española, y esa consigna recala en el desorientado aficionado en modo de vídeos pasados, imágenes de éxitos ya logrados, cantos y celebraciones ya pertenecientes a la historia desde hace tiempo... ese tipo de actos en los que la realidad ya no es la misma ni por asomo.

En definitiva, porquerías para evitar darnos cuenta de que la veterana generación y pilar de esta selección, que fue núcleo de la EURO 2008, se encuentra tocada, agotada, aburrida, acomodada, consagrada... conocedores de que dejándose ir y manteniendo su estilo, iban a conservar su sitio, nadie les iba a echar de ahí, ellos ya lucharon y ganaron en su momento. Tal es la acritud que el señor Vicente Del Bosque, antes de que comience el Mundial, dice en rueda de prensa: "no veo a los jugadores con los mismos ojos que en Sudáfrica".. tócate las narices.

Hace tiempo que estos chicos se han creído los mejores del Mundo, básicamente porque no hemos parado de recordárselo, de gritárselo, de anteponer prioridades de nuestra vida diaria para observar sus peinados, su ropa, sus botas, sus casas.. Se han creído los mejores por decreto, sin discusión. Todos los suplentes de esta selección son las migajas de esa generación, o jóvenes que han recalado en un equipo en el que los méritos ya no son importantes, en el que el valor del "van los que mejor estén" ha distorsionado en "van los mismos, los de siempre".

La Selección Española fue lo que fue mientras estuvo Luis Aragonés. Fue lo que tardaron esos jóvenes futbolistas en dejar de serlo, en descuidar el hambre de gloria. "La roja" se ahogó cuando empezaron estos futbolistas a jugar por imposición popular, se acabó cuando transitaron de jóvenes ambiciosos a niños aclamados, mimados. España se hundió cuando se les dejó de exigir, cuando arribaron en ese punto en el que Luis les habría mandado a tomar vientos a casa, y les habría sustituido por una generación más ambiciosa, más sacrificada, más hambrienta, más fuerte, más joven y mejor.

Pero la ignorante prensa es incapaz de observar esto. Es incapaz, o aborrece hacerlo. Lo aborrece básicamente porque la afición española no quiere escucharlo, asumirlo. Porque prensa y afición son prácticamente lo mismo: pura afición fanatizada, puro hooligansmo. No aprendimos nada de aquello que ocurrió en Austria-Suiza allá por el 2008. No aprendimos porque no sabemos aprender de los éxitos, porque a veces preferimos saborear los fracasos ajenos que los propios logros. Porque en eso nos hemos convertido, en infelices únicamente envueltos en una carcasa de alegría con las decepciones foráneas. Y para sumarle kilos al asunto, aparte de nuestra incompetencia e incapacidad para aprender, criamos a niños caprichosos, mimados, que únicamente saben regodearse en las mieles de su mitomanía. Y prensa y afición nos hemos contagiado de ello, del dulce sabor del éxito, de "nuestros jugadores", "nuestros héroes", de "su magia".. de todos esos excrementos afrutados con los que les hemos engordado su ego durante un larguísimo tiempo.


A cambio de tanta idolatría, ahora lo que nos devuelven es una selección movida por la inercia, sin crecimiento anímico, sin actitud, ni guía. Ahora tenemos enfrente a un gigante hundiéndose en el lodo de sus éxitos ya extintos, y lo peor es que ni siquiera comprende el porque, ni siquiera entiende que le pasa. Nos enfrentamos a un fúnebre caso ya desperdiciado. Una oportunidad tirada al contenedor sin ni siquiera enterarnos. Quizás la oportunidad más extraordinaria que hemos tenido en la historia, para aprender a fabricar un proyecto sólido, cimentado en el aprendizaje más hilarante de éxito. Un proyecto que marcara las pautas de una era triunfante, que marcara los pasos de una prensa deportiva de calidad, entendida, sería, y equitativa. Y una oportunidad de oro para habernos convertido en una afición ejemplar, totalmente digna de ser Campeona del Mundo.

Ahora ya es tarde para reaccionar. Ahora es el momento de aprender aquella lección, aprenderla cuando y como más duele, en el fracaso más absoluto. En la tardanza y el arrepentimiento de haber desaprovechado una ocasión de magnitudes astronómicas. Ahora los cambios deben ser muchos y profundos. Se debe hacer, en una carrera de 100 metros, todo aquello que pudo ir haciéndose con pequeños pasitos. Materia prima hay de sobra como para que no resulté demasiado imposible, lo difícil será encontrar quién lidere la transición. Debe ser alguien que no guste por su amable y afable trato, alguien que proponga retos,  que moleste, que estorbé a la calma, que imponga orden, disciplina y respeto, y sobre todo que ostenté ideas, argumentos y virtudes para inculcar fútbol, que al fin y al cabo es de lo que esto se trata, aunque sigamos fijándonos en los cortes de pelo y color de las botas. 

Ahora ya no hay tiempo para lamentaciones, ni para seguir tirando de una memoria caduca, ni por supuesto para más agradecimientos. Ahora ya, es el momento de aprender de una vez la lección

Alfredo León
@fefifredo
@elanalisisdeAL

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